Un salto de 80 BPM a 120 BPM
A finales del siglo pasado se daba un fenómeno social y musical muy especial del cual forme parte en el mero ápice de mi adolescencia. Hacia unos años que mi generación venia explorando formas alternativas más saludables a la ya conocida embriaguez etílica. En aquella época se fumaba “paraguayo”, es decir, flores de cannabis sativa prensada que provenían de Paraguay. Dicho prensado se obtenía muchas veces en altos estado degradado y adulterado. Fumar cannabis en aquella época era algo que solo realizaba una minoría marginada, la cual todavía no tenia fácil acceso a las poderosas semillas de autocultivo, que prometían cosechas tempranas y sobre todo, seguridad para la propia salud.
Recuerdo muy amorosamente en mi corazón como mi vinculación con la planta se potenciaba con la música “reggae” de Bob Marley, la playa y la naturaleza. Había algo en esa música que servía de catalizador para tener conexiones muy profundas conmigo mismo. Incluso canciones como “Natural mystic” me habían inspirado muchos años antes de haber conocido a la planta de cannabis. Esa música servía como una enorme guía para sentir una forma de conexión espiritual.
Sabia intuitivamente que el mundo no se limita a lo material y que esta realidad no era la única. Siento que esto es algo que saben inconscientemente muchos adolescentes que conectan con esta planta.
En todas las tradiciones ancestrales, existen ritos de paso, con plantas sagradas o en circunstancias donde comúnmente se inflige alguna forma de dolor que simbolice la proximidad a la muerte con la consecuente transformacion. ¿Y que sucede en occidente? Como dice Jacques Mabbit: “cuando el adolescente siente la aspiración a algo más, no hay nadie. ¿Qué hacen? Con sus amigos buscan sustitutos, aparecen todo tipo de drogas, que modifican su conciencia, descubriendo que existe otra dimensión. El problema es que lo hacen en forma clandestina, muchas veces con malas sustancias, en dosis inadecuadas, en vez de ser canalizado y acompañado”.
Al mismo tiempo, acontecía en Argentina, la llegada del movimiento de música electrónica “house progressive” con referentes como Sasha, Digweed, Oakenfold y Hernan Cattaneo. Recuerdo claramente el dia que llego a mis manos un CD llamado “Tranceport”, el cual me hizo conectar con la danza de forma ininterrumpida por primera vez en mi vida. Fue todo un descubrimiento poder sentir como esos rápidos “beats” generaban en mi cuerpo esta necesidad de expresarse con absoluta libertad.
No paso mucho tiempo hasta que llegaran las fiestas “rave” como espacios de exploración con una nueva sustancia de síntesis conocida como MDMA. De repente aconteció una sorprendente conexión con el cuerpo. Esta nueva rítmica y aceleración de los BPM (beats per minute) producía un fenómeno “somático” donde la música servía de guía para profundizar en estados ampliados de consciencia. Si bien la sustancia mencionada potenciaba ciertos sentimientos producía una conexión más rápida con la música, no siempre era necesaria para “corporalizar” una experiencia interna. La posibilidad de la contención grupal también favorecía para generar un tipo de coregulacion organísmica donde para algunas personas podían por primera vez, expresar el espíritu de la empatía. Era común abrazarse más entre hombres y mujeres, e incluso más común era pedir perdón o retractarse con personas cercanas. También era común que muchas veces en esos espacios afloraran traumas inconscientes que la mayoría de las veces eran reprimidos por no ser los contextos adecuados para su libre catarsis y manifestación. En mi experiencia personal, esta medicina parecia destrabar algo y los días posteriores podía conectar con angustias pasadas para ser expresadas a través de la liberacion del llanto.
Pasaron varios años de equívocos y satisfactorios ensayos de “set y setting” en contextos de “fiestas” hasta que decidí experimentar la misma medicina en espacios de soledad o grupalidad en la naturaleza donde no siempre estaba presente la música o la misma se presentaba expresando movimientos meditativos "colinergicos"*, es decir que llevaban a estados mas profundos de trance o de vision. Estas experiencias sucedían al mismo tiempo que la música electrónica se convertía en un fenómeno masivo y bailar cómodamente se volvía algo cada vez mas desafiante en espacios festivos. Tambien cabe mencionar los peligros del policonsumo y la adulteracion que comenzaban a sufrir dichas sustancias de sintesis.
Recuerdo con mucho amor aquella la vez que, con un grupo de amigos, ¡escuchamos un epico concierto entero de Bob Marley en el estadio de Santa Barbara donde el tema “Exodus” tiene un tempo super bailable de 133 BPM!
Hoy mi camino de exploración de la música y la danza sin entactógenos o cannabis, sucede a través de la Biodanza. Con esta herramienta descubro como el movimiento es una actitud kinésica evocativa de una divina inspiración que, en un contexto grupal se transforma en un intento de reescribir la historia de la humanidad. En cada vivencia, no dejo de sorprenderme por este “high” natural que no solo otorga la combinación de la danza y la música, sino también por la aparente influencia de la oxitocina, la cual se genera a medida que se crean vínculos afectivos de confianza con otras personas. Estos contextos de grupalidad, son espacios donde inevitablemente afloran emociones reprimidas o incluso duelos congelados para ser consagradas en la luz de la entrega y la aceptación.
Mi vinculación con estas medicinas en la actualidad es bastante desapegada: microdosifico aceite medicinal de mis propias plantas e ingiero muy esporádicamente MDMA algunas veces al año. He descubierto que la música de piano es la que mas amo para conectar con mi cuerpo.
Algunas preguntas para reflexionar sobre este escrito pueden ser:
¿Acaso no son la música como el canto y el movimiento como danza, las primeras manifestaciones creativas o estados ampliados de consciencia que exploraron los seres humanos? ¿serán estos los medios más necesarios hoy día para conectar con nuestra autentican naturaleza divina? ¿Qué tan necesarias se vuelven estas medicinas una vez que nos ayudaron a conectar con dicha naturaleza divina? ¿Cómo acompañar de una manera consciente las instancias intermedias entre la adolescencia y la adultez?
*colinergico: relacionado a la "colina": precursor de la acetilcolina, neurotransmisor clave para la regulacion del estado de animo, mejorar la atencion/memoria y reducir ansiedad. En el sistema de la Biodanza, colinergico se refiere a una parte de la "curva" secuencial donde los ejercicios propuestos y la musica mas sosegada, llevan a la persona a un estado de reparacion profunda y conexion consigo misma.

Comments
Post a Comment