Lagrimas de micropunto y la medicina que nos hace Humanos
Transcurría mi vida entre la playa, amistades y música electrónica
en el mágico verano del año 2004. Tengo recuerdos de muchas experiencias con
medicinas enteógenas que sucedieron en aquel momento exploratorio de mi vida,
las cuales hasta el día de hoy sigo integrando y que forman parte de este blog.
Una de aquellas
medicinas fue el LSD, en un formato conocido como “micropunto”. Recuerdo que
aparecieron espontáneamente gracias a un amigo, quien hoy se vuelve inspiración
para este escrito.
Comúnmente el ácido lisérgico de la dietilamida es vertido
en forma de gota la cual es absorbida por “blotters”, es decir en pequeños
cuadraditos de papel secante que se puede ir cortando de a pedacitos. Esto no
podía suceder con el micropunto ya que eran una presentación como una pequeña
bolita que no podían partirse. En teoría cada micropunto era una gota de una
carga alta de LSD, quizás cada una de ellas tuviera un total de 250 microgramos
lo cual era una cantidad extremadamente alta en comparación a su formato común
de “calle”, el cual incluso puede ser fácilmente adulterado. Quizás el origen
de la palabra “pepa” y “empepado”, este vinculado a la presentación de esta
sustancia en dicha forma de “pepita”. El término “Empeparse” también significa
enamorarse intensamente de alguien.
Resulto que una noche, en un festejo de cumpleaños de un
amigo, ingerimos la oportuna cantidad de esta medicina. Una era suficiente para
mí. Recuerdo ese momento épico momento al amanecer en el pie de un gran pino. Allí
estaba sentado mi amigo, contemplando con los primeros rayos del alba. Su
rostro era el de un niño extremadamente asombrado. De sus grandes ojos verdosos
y pupilas dilatadas brotaban lágrimas de éxtasis y alegría infinita. Era
notable que había tomado más de una micropunto. Y allí estaba yo, observando
maravillado ese cuadro magnifico. De repente, lo veo tomar con los dedos una de
sus lágrimas y colocármela con total naturalidad dentro de mi boca. Ambos
estallamos en carcajadas de pura emoción. Pude sentir su mismo estado en
profunda empatía. La gota de LSD se había transformado en una gota de una
lagrima de la más pura dicha humana. Esa lagrima era más que cloruro sódico,
lípidos y enzimas.
La fotógrafa estadounidense Rose-Lynn Fisher demostró en su
ensayo “Topografia de las lágrimas” que hay distintos tipos de lágrimas según
sean las emociones y que tienen una característica diferente bajo el análisis del
microscopio, lo que recuerda el trabajo de Masaru Emoto sobre los cristales de
agua. El agua guarda memoria y puede expresar un tipo de cualidad única según
como sea intencionada. Que nos sucede a nosotros que somos un 70 % agua? ¿Que efecto
tienen las lagrimas que liberamos con la emoción? Que nos sucede cuando no
liberamos lagrimas? Acaso no sentimos liviandad cuando unas cuantas lagrimas se
escurren por nuestras mejillas? ¿Que lugar le ofrecemos en nuestra vida a la
posibilidad de emocionarnos?
En mi caso, llorar supone un desafio muy grande debido a
mecanismos y programas aprendidos, los cuales por mucho tiempo me llevaron a
reprimir el valioso acto de emocionarse. Todo un constructo cultural pesa mucho
en los hombres a la hora de expresar la propia vulnerabilidad. Gracias a la Biodanza
pude reencontrarme con la medicina de las lagrimas.
Hoy día, cada vez que veo llorar alguien de alegría, pido
permiso y tomo voluntariamente esa gota en mi boca. Es un modo de recuerdo y a
la vez siento que puede ser una poderosa que otorga ese ser a la vida. También
a veces fantaseo con la idea de recolectar lágrimas de alegría y preparar
poderosas alquimias.
Algo que no para de asombrarme de esta sustancia es su
potencial para alojar en tan ínfima cantidad, estados tan poderosos y
trascendentales. Tampoco paro de sentirme anonadado en como esta medicina se
originó. Albert Hoffman buscaba una medicina para aliviar partos que tuvieran
complicaciones como hemorragias y “accidentalmente” descubre una potente
sustancia psicodélica que según Grof posee la gran particularidad de permitir
el acceso de nuestra historia personal (inconsciente biográfico) y a nuestro propio
nacimiento biológico en el nivel perinatal.
El “ergot o cornezuelo del centeno” había sido usado por
parteras desde la antigüedad más remota hasta incluso mediados hasta del siglo
19. En la partería tradicional tuvo un lugar principal de acelerar el parto por
su poder oxitologico, es decir de aumentar la oxitocina, la hormona “del parto
mamífero” que también es segregada por la hipófisis en el momento del abrazo y
el contacto de piel entre humanos. También es una "hormona del amor" que puede estar muy
presente cuando alguien esta por morir ya que es la misma hormona la que
habilita un estado de confianza y de entrega.
Tim Leary decía que el LSD podía ser una herramienta para la
preparación de una muerte “digna y con estilo”. Aldoux Huxley tomo de manera
intravenosa, una dosis de 100 ug en su lecho de muerte.
Reflexiono casi obsesivamente sobre la vinculación que
existe entre el estado que producen los enteógenos como puertas que simbolizan
tanto una muerte como un nacimiento.
Tampoco dejo de pensar en cuan importante es para la nueva psicología,
que los terapeutas se instruyan como doulas de vida y de muerte. ¿Acaso no
acompañamos a morir un viejo aspecto del ser para dar a luz una nueva dimensión
del yo? ¿Cuántas veces lo hemos hecho nosotros mismos?
En mis acompañamientos me gusta mucho indagar sobre como fue
el nacimiento y cual es la relación con la muerte que tiene cada ser. Siento
que allí subyace mucha información que puede ayudarnos en profundizar ciertos
aspectos del buen morir de un viejo yo.
¿Habrá visto mi
amigo en el nacimiento del sol, su propio renacer?

Comments
Post a Comment