La narrativa del congelamiento en los procesos de microdosis

 


La narrativa del congelamiento en los procesos de microdosis

 “Me cuesta horrores” escucho a menudo en la consulta. Me cuesta tomar decisiones, dejar el trabajo que no disfruto, dejar el azúcar, dejar un vinculo toxico, dejar de pensar en el pasado... Hablamos de los posibles cambios en nuestra vida como si de una peli de terror se tratase. Es evidente que esa frase, encontramos miedos implícitos.

¿Que decimos cuando decimos “me cuesta”? ¿Cuál es el costo para cambiar? ¿Qué es lo que nos cuesta? Aun así, primero lo primero: ¿de dónde vienen esos miedos horrorizantes?

Según la teoría polivagal, la rama parasimpática dorsal del nervio vago se activará de forma inconsciente, cuando se valore que el peligro es tan grande que no podemos hacer nada y nos congelaremos.

Quizás existió un momento en nuestras vidas donde se produjo una herida que nos inmovilizo. Quizás heredamos una narrativa del “no poder”, “no eres suficiente para esto”, “aquello es imposible” o el famosos y conocido “eso es muy difícil”.

Quizás solo fue que no tuvimos adultos referentes en la infancia, que no supieron acompañar y coregularnos emocionalmente.

También encontramos que “costar” implica “deber” o “tener que” ¿Acaso nos sentimos en deuda con los asuntos inconclusos que hay que resolver en nuestras vidas? ¿Acaso somos exigidos a cambiar por “obligación” o “a la fuerza”? ¿cambio alguien alguna vez de esa manera?

Resulta interesante la existencia de la “narrativa de la congelación” como recurso literario, el cual se utiliza para detener el tiempo en una historia. Hay un momento de nuestra trama donde no avanzamos y un mismo capítulo de la vida se vuelve difuso o enroscado con los personajes de siempre. “Me siento estancado” y “siempre remando en dulce de leche” son las frases que se repiten una y otra vez en la temporada del congelamiento.

Mas allá de resignificar un vocabulario que invalide nuestra posibilidad de invertir en cambios, es a través de nuestra reconexión con el cuerpo, que podremos trascender la narrativa del congelamiento.  ¿Qué pasa cuando el cuerpo recuerda la posibilidad de un movimiento autentico y una respiración mas consciente? ¿Qué sucede cuando nos encontramos con el calor coregulador de personas seguras, sintonizadas y presentes? ¿Será que necesitamos ese fuego avivador para descongelarnos?

Existen hoy en dia muchas herramientas y espacios terapéuticos para recuperar el saludable estado de conexión de nuestro sistema nervioso. Las propuestas que nos ayuden a conectar con la corporalidad en espacios grupales son de valiosísima ayuda para rehabitar la seguridad y la confianza en la vida.

En mi experiencia personal, he encontrado la Biodanza como elemento autorregulador así como el estudio de la teoria polivagal. Otras personas encuentran recursos haciendo “Somatic experiencing”, "yoga somatico" u “osteopatía con orientación sensible al trauma”.

Muchas personas se acercan a las microdosis para comprender y reformular compasivamente el trauma. Estas medicinas pueden resultar potentes aliadas que actúen como verdaderos espejos que nos permitan validar y accionar cambios a partir de hacernos más conscientes de aquello que se encuentra como memoria reprimida en el cuerpo. Ir a paso a paso cuando experimentamos estos procesos, resulta la opción más indicada. La ayuda de un facilitador que tenga la facilidad de acompañar con esta consciencia, brindara espacios de preparacion del sistema nervioso para poder anclar armoniosamente, todo aquello que se abra como posibilidad de transformacion.

 

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